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Responsabilizándonos del sueño.

No sé si utilizaré la plataforma como un mecanismo de publicidad, forma de desahogo, bitácora de actividades o cuaderno de apuntes, de sueños e ilusiones; pero creo que es un ejercicio adecuado considerando mis pretensiones o ideas con relación, no al quien quiero ser o al donde llegar, sino al quien soy y que hago.


Y me explico: persona en sus treintas, con todos los errores y aciertos propios de la edad, tengo la particularidad de que me gusta escribir, no sé si es común -supongo que sí-, el caso es que más allá de decir ¡quiero ser escritor! Sostengo que hoy, debo convertirme en el tipo de persona que escribe.


Sí, como suena, como es… pienso que las grandes obras literarias, los grandes discursos y las grandes disertaciones no son producto de la casualidad o la ocurrencia, y con ello no me refiero a que una gran idea no surja espontáneamente, sino que una obra sublime solo puede ser construida por el artífice y las herramientas adecuadas, en el momento perfecto –lo que sea que esto signifique-.


Así como el Quijote, quien moró en la mente de Cervantes con mucha antelación al día en que tuvo claridad y deferencia para verlo con nitidez y relatar sus hazañas; como solo después de haber sufrido las penurias del gulag, Raskolnikov cobró vida en los trazos de Dostoievski; así pienso que los grandes tomaron su tiempo en construcción. No se levanta uno el jueves y dice: seré un gran escritor.


Creo que ello es producto de una consecución de momentos, decisiones y casualidades, que parten del famoso puerto “me gusta escribir” y, cual barcaza que emprende un viaje de aventuras, el destino es recóndito, el camino lleno de borrascas y amaneceres, de calores y de frescos, de hastío y de júbilo… pero emprendido el camino, no queda más que disfrutarlo y hacer lo propio a fin de convertirse en el navegante capaz de sortear las inclementes tormentas y ubicarse en la penumbra con la luz de las estrellas.


Así -justo así-, hoy jueves, sostengo no que seré un gran escritor, clamo el gusto por escribir y exclamo el compromiso de ser una persona que escribe con el anhelo de llegar a ser el artista capaz de esculpir grandes obras, lo cual no es un juego de palabras, es una declaración de propósitos de quien sabe que el futuro es incierto y lo único que tiene es el instante en el que plasma estas líneas.


Por ello, me responsabilizo de mi sueño y zarpando del famoso puerto, veremos que dejarán las olas y los frescos matinales.


Si esto lo leen miles o ninguno, por ahora no es relevante, baste el manifiesto de mi intención y la convicción de mi propósito para avanzar en el camino de las letras: del soneto y del ensayo, del lirico y didáctico, de la oda y la elegía… baste para mí reconocerme como una persona que escribe… baste.



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