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Cuando muere el autor nos queda su cadaver. Reflexiones de Roland Barthes y Manuel Acuña

El suicidio del autor en “Ante un cadáver” Según la leyenda, Safo “se arrojó al mar desde un acantilado tras ser rechazada por el joven marino Faón” (Mínguez 148). Quizá sea considerada la primera poeta del mundo occidental en llevar a cabo el acto del suicidio. La obra poéticade un autor no debe estar obligatoriamente relacionada con su vida, según la propuesta de lectura de Roland Barthes en su ensayo sobre La muerte del autor: “Por la sencilla razón de que la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. […] es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestrosujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perdersetoda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe” (Barthes 1). No importa quién escribe, sino lo que se escribe, el mensaje en sí mismo: “la voz pierde su origen, el autor entra en su propia muerte, comienza la escritura” (Barthes 1).

El lenguaje es el que habla y no el autor, sigue Barthes: “escribir consiste en alcanzar, a través de una previa impersonalidad ese punto en el cual sólo el lenguaje actúa, ʻperformaʼ, y no ʻyoʼ” (2). Cuando se logra la separación de obra y autor, es posible descifrar el texto, se abre la escritura. Es decir, desde la fuente misma de la obra que no esla escritura, sino la lectura:“la unidad del texto no está en su origen, sino en su destino,pero este destino ya no puede seguir siendo personal: el lector es un hombre sin historia, sin biografía, sin psicología; él es tan sólo ese alguien que mantiene reunidas en un mismo campo todas las huellas que constituyen el escrito” (Barthes 5).

Separar la vida del autor debería permitirnos, entonces, analizar la obra en su significado más exacto, prestando más atención en el mensaje que en el emisor. No obstante, según explica Colacria, analizar el significado sin la relaciónobra-autor también puede limitar su


interpretación. En el cuento de Borges “Pierre Menard, autor del Quijote”, se narra la historia de Menard, quien emprende la tarea de reescribir El Quijote. Finalmente, logra transcribir el noveno capítulode la segunda parte. Al compararlos, Colacria llega a la siguiente conclusión: El texto de Cervantes y el de Menard son verbalmente idénticos, pero el segundo es casi infinitamente más rico […] También es vívido el contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard –extranjero al fin– adolece de alguna afectación. No así el del precursor, que maneja con desenfadoel español corrientede su época (Colacria 2).

Como se ve en el ejemplo de Borges, el texto es el mismo, pero la valoración es distinta. Explica Colacria que en el mismo orden y con las mismas palabras se pueden encontrar libros completamente distintos: “En uno podía pensarse la historia de una época que sucumbía; en el otro, un extraño placer por escribir acerca de cosas muertas” (Colacria 2).


Inevitablemente se valora la obra desde el autor que la crea. No es lo mismo la escritura de Miguel de Cervantes que la de Pierre Menard.

¿Es posible que la vida del autor se separe de su obra? Más aún, si éste es un poeta suicida, ¿se debe separar de su suicidio?

En la actualidad, abordar el tema del suicidioresulta complejo, porque implica adentrarse en la conducta o en los motivos del suicida, porque se puede pensar que hablardel tema fomenta dicha conducta. Y aunque es considerado un problema de salud pública, a veces no se dimensiona el impacto social. Según Gabriela Gómora, jefa de sede del Espacio de Orientación y Atención Psicológica (ESPORA), “cada año unas 703 mil personas sequitan la vida luego de números intentos[…], y anualmente fallecen más personas por esa causa que por VIH, cáncer de mama, incluso que por guerras u homicidios. Según la OMS, una de cada cien muertes ocurre por suicidio”. (cit. en Lugo).

No es un tema común que se discuta en las reuniones familiares o en las charlas de cafetería. La actitud que se tiene es de reserva, casi de tabú. No obstante, el silencio no aporta nada, por lo tanto, es fundamental crear espacios donde se pueda dialogar sobre el asunto.

En otros tiempos,nos explica Mínguez,la muerte voluntariaera una decisión respetada y defendida incluso como derecho propio del hombre:

En la Grecia Clásica los estoicos defendían el suicidio como derivada de una ética dominada por el ideal de belleza unido indisolublemente al de salud (Riera, 1985). En Roma la “muerte voluntaria” era considerada generalmente una actitud digna y racional y nunca se dictaron leyes para interferir en ella (Grimal, 1982). Séneca (4 a.C.-65 d.C.) defendía el derecho a la muerte (ius finiendae, ius mortis) ya que oponerse al mismo suponía oponerse al derecho de propiedad del hombresobre su propiapersona (Grisé, 1982a).(Mínguez 144). Fue hasta la Edad Media por la concepción cristiana de la vida cuando el suicidio “pasa de constituir un derecho a transformarse en un pecado mortal” (Mínguez 144). Acabar con la vida que es un don que procede de Dios es un acto de rebeldía. No olvidemos también queel suicidio fue un acto exaltado por movimientos literarios como el Romanticismo. Mínguez nos explica que los poetas románticos “se hallaban dominados por la angustia, la marginación y la soledad, convirtiendo ʻel arte por el arteʼ en refugio para sobrevivir al desengaño” (144).

Hay estadísticas que muestran que el suicidio entre los poetas es más recurrente que entre otros artistas. No podemos hablar de un estado de salud enfermodel suicida, eso es


análisis de los médicosy psicólogos, pero podemos tratar de interpretar una obra a partir del acto suicida. Este es el caso del poema “Ante un cadáver” (1872), del poeta Manuel Acuña, que ha sido considerado por Abraham Godínez como su mejor poema. Pues, según él, el poeta logra fusionar sus lecturas positivistas con su fascinación por la muerte,reflexionando sobre la dinámica del mundo y pensando la muerte como una mera transmutación de la materia. Esta perspectiva se expresa de manera clara y contundente en el poema: “el cadáver que se encuentra sobre la placa pronto volverá a la tierra a gestar nuevas formas de vida, figuras poéticas donde nacimiento y muerte se conjugan, pues la materia cambia de formas pero nunca muere” (Godínez 58).

En este ensayo se analizará el poema como una relación de la obra con el autor, desde dos conceptos: lo apolíneo y lo dionisiaco, de Friedrich Nietzsche, para interpretar la creación artística del poema como transformación del autor en poema y explicar así la antesala al suicidio de Acuña. Y, para reforzar la idea de la transformación del poeta en poema, se retomará el concepto de metapoeta de Laura Scarano.

Para Nietzsche, la existencia es un fenómeno estético: “Mucho se habrá ganado en el ámbito de la ciencia estética si alcanzamos no sólo la comprensión lógica, sino la inmediata certeza intuitiva de que la evolución del arte está ligada a la duplicidad de lo apolíneo y de lo dionisiaco” (20). La naturaleza puede explicarse a través de estas dos manifestaciones o de su combinación. Lo apolíneo se manifiesta en el sueño; en él, el hombre su vuelve creador de apariencias, de arte. Lo dionisiaco se manifiesta en la vigilia, en la realidad misma de las cosas, en la fuerza de la naturaleza, en la embriaguez, en el sinsentido de la existencia. El filósofoaplica el concepto apolíneo y lo combina con la noción del ser humano atrapadoen el velo de maya, tal como lo expresaSchopenhauer: “Así como en


medio de un mar embravecido que, limitado por doquier, levanta y hunde bramadoras montañas de olas, un navegante sentado en un esquife se muestra tranquilo y confiado en su frágil embarcación, el hombre individual: tranquilo y confiado al abrigo del principiumindividuationis” (cit. en Nietzsche 24).

Lo apolíneo es el arte, la tabla que da seguridad al hombre en medio del mar embravecido. Lo dionisiaco se manifiesta de otra forma en el arte, en el renacer de la vida, en las festividades orgiásticas. El hombre no crea, es el arte mismo. A partir de lo expuesto, se puede afirmar que Manuel Acuña experimenta una transformación hacia un estado apolíneo al dar vida a su creación poética; y, un hombre dionisiaco cuando se transforma en la obra misma. Pues tiempo después de escribir su poema ya no estará frente a un cadáver, sino que él mismo será el cadáver.

Por otra parte, si bien hay poemas que tratan sobre de la poesía en sí, también existen aquellos que se adentran en la figura y la experiencia del poeta. Los primeros se pueden clasificar como metapoemas; los segundos, metapoetas. El referente del poema es poeta, es la personificación literaria del autor/poeta en el poema: “Si acordamos por décadas en llamar metapoema al poema que se exhibe como tal (poema sobre el poema) y desnuda su carácterde artificio, metapoeta seríasegún la misma lógica la figuración que el propiopoeta recrea en el texto, adoptando las señas de identidad del escritor corporizado en la piel del personaje” (Scarano 322). Hay un elemento necesario para abordar el poema desde este plano: un pacto de sinceridad. Es decir, el lector no pone en duda las referencias que el poeta da sobre sí mismo, cree lo que lee.

El poema de Acuña comienza así: “¡Y bien! Aquí estás ya..., sobre la plancha / donde el gran horizontede la ciencia / la extensión de sus límitesensancha” (vv. 1-3). Esas primeras


palabras nos remite tambiénal “Pues bien” en el “Nocturno a Rosario”, una marca distintiva del poeta con su obra. Está ante un cadáver como si estuviera frente a un velo de maya, es lo único que lo separa del caos, es la manifestación de lo apolíneo y, por lo tanto, es apolíneo el poema que tiene como referente un cadáver. Mas, no se refiere al cadáver específico de alguien, sino que el artículo indeterminado “un” hace que sea cualquiera, incluso el suyo.

Del otro lado (del cadáver) está la fuerza dionisiaca, la fuerza del caos en donde el hombre pierde su forma y adquiere otra, se transforma. El autor también deja de ser poeta y se transforma en poema, es la muerte en sí misma, lo inmaterial. En ese estado toda superstición, toda creencia sobre la existencia se desvanece, porque la forma ya no puede pensar en la forma: “Aquí, donde la fábula enmudece / y la voz de los hechos se levanta / y la superstición se desvanece” (vv. 10-13).

Es evidente la influencia materialista-positivista que el poeta manifiesta en las primeras diez estrofas donde contrastan la vida y la muerte. No se refiere a lo espiritual sino a lo físico, a lo material,a la forma física del hombre. Según la filosofíamaterialista si no hay un ser que experimente no hay sensaciones: “Los pensamientos, las sensaciones, las nociones, la voluntad, son la conciencia. Las posee, ante todo, el hombre. Si no hay un ser que sienta, no habrá sensaciones; si no hay quien desee, es decir, el hombre, no habrá deseos. No hay voluntad donde no existe un ser que deba manifestar esa voluntad” (Yajot 70).

Pero con la muerte no todo acaba, la voluntad permanece. La voluntad de crear o, mejor dicho, de transformarse. Como el principio de la conservación de la materia que establece que todo se transforma y nada se destruye, así la materia del cuerpocadavérico se


transforma en otra materia. “¡Pero no!..., tu misión no está acabada, / que ni es la nada el punto en que nacemos, / ni el puntoen que morimos es la nada” (vv. 31-33) En una entrevista que le realizaron poco antes de su muerte, Manuel Acuña explicó la influencia positivista sobre el poema: “Me viene de dos fuentes: de mis prácticas en el anfiteatro del hospital de San Andrés y de mis lecturas positivistas" (Godínez 59). Y en los siguientes versos se puede constatar: “Pero ni es esa forma la primera / que nuestro ser reviste, ni tampoco / será su última forma cuando muera” (vv. 40-42).

Hay un interés por la muerte y también una especie de fascinación por los cráneos. En una ocasión, comentó Juan de Dios Peza: “Manuel Acuña encontró en el anfiteatro de la Escuela de Medicina un cadáver recién traído del hospital. El cadáver le sorprendió por sus enormes dimensiones, y Acuña le solicitó al criado que le preparara el cráneo, que se lo pagaría como quisiera" (Godínez 59). Y ese cráneo de nuevo aparece en el cadáver: “Y en medio de esos cambiosinteriores / tu cráneo, lleno de una nueva vida, / en vez de pensamientos dará flores” (vv. 61-63).

Son esos hechos de la vida del autor que se relacionan con el poema o que se vislumbran en él. El poema se refiere al propio poeta en los siguientes versos: “en cuyo cáliz brillará escondida / la lágrima tal vez con que tu amada / acompañó el adiós de tu partida. (vv. 64-66). Tal vez sin ser plenamente consciente habla de sí mismo, lo que lo convierte en un metapoeta, porque se refiere a él y su anhelo de que lloren su muerte. Recordemos que existieron dos mujeres a quienes amaba: Rosario y Laura, e incluso les dedicó poemas,siendo el más conocido “Nocturno a Rosario”. En cierto sentido, se podría interpretar como un anhelodel poeta que su amada, con seguridad, llorara frente a su propio cadáver.


El poema se publicó por primera vez el 19 de septiembre 1872, unos meses antes de su suicidio, exactamente el 6 de diciembre de 1873.

Sobre los acontecimientos sucedidos aquel sábado 6 de diciembre, Rosario cuenta: [...] como a las dos y media de la tarde, Ignacio Altamirano, que vivió con su familia en la calle de la Mariscala, a unas cuantas cuadras de mi casa, entró corriendo hasta mi pieza y con voz desesperada me gritó: “¡Qué has hecho! ¡Se acabad e matar Manuel Acuña!” (Rosario de la Peña en entrevista con Núñez y Domínguez, compilada por campos) (cit. en Godínez29).

El viernes 5 de diciembre de 1873, Manuel Acuña le comunicó a Juan de Dios Peza, sin dar más explicación, que lo iba esperar en su habitación a la una de la tarde del día siguiente, con el fin de despedirse.

Al día siguiente se levantó tarde, arregló su habitación, después se fue al baño. Volvió a su cuarto a las doce. Salió despuésa los corredores. Estuvo conversando con algunos compañeros, y cerca de las doce y media volvió a entrar a su cuarto. Juan de Dios Peza llegó a visitarlo a la una y minutos, ya que un amigo lo detuvo en la puertade la escuela. Al entrara la habitación número 13 de la Escuela de Medicina, encontró sobre la mesa de noche una bujía encendida y a Manuel Acuña en su cama “con la expresión natural de quien duerme” (Peza, 1966: 70). Guiadopor un extraño presentimiento tocó su frente y la encontró tibia. Al alzar uno de sus ojos, la expresión de la pupila lo aterró. Junto a la vela se encontraba un vaso que sujetaba el último escrito del poeta: “Lo de menos era entrar en detalles sobre la causa de mi muerte,pero no creo importante ninguno;basta con saber que nadie más que yo es el culpable” (Godínez21).

No podemos simplemente deducir que al amor por Rosario fue la razón del suicidio de Acuña. Mas sí podemos pensar, por una parte, según los conceptos nietzscheanos, que hay fuerzas creadoras que motivan al autor: en lo apolíneo, podemos decir que es el poema


mismo que alude a un cadáver; y, en la fuerza dionisiaca, él es el cadáver de la obra creada. Y el poeta se refiere a sí mismo en una especie de prolepsis narrativa, se refiere a su yo-cadáver del futuro. ¿Inconscientemente? Probablemente sí, pero como hemos visto desde la idea materialista, la conciencia sólo existe al margen del hombre: “la naturaleza, la materia, existía ya antes de que apareciera el hombre y su conciencia, su siquis. Esto muestra claramente que la naturaleza, la materia, es lo primario y que la conciencia, el pensamiento, es lo secundario” (Yajot 70). Y Manuel Acuña confirma lo anterior, no podía escribir el poema después de muerto, no podía suicidarse sin antes hacer conciencia, por decirlo de un modo, de su suicidio.Tenía que pensar su muerte para crear la obra. Tenía que ser la obra, es decir, la muerte (el acto suicida),y manifestarse en dos fuerzascreadoras para que él, como poeta, tambiénse manifestara en el poema. Tenía que darse la transformación del cadáver en el poema al cadáver del poeta.

Bibliografía Acuña, Manuel. “Ante un cadáver”. Obras de Manuel Acuña (1897). Barthes, Roland.“La muerte del autor.” El susurro del lenguaje 2 (1987). Colacrai Pablo, y “Michel Foucault:El suicidio del autor”. La Trama de la Comunicación, vol. 10, núm. , 2005, págs. 1-4.Redalyc, https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=323927060025 Godínez, Abraham. Amor romántico y muerte voluntaria: vida y obra deManuel Acuña. Editorial Universidad de Guadalajara, 2020. Lugo, Guadalupe. “Suicidio, un problema de salud públicaglobal” / Universidad Nacional Autónoma de México. En: Gaceta UNAM. no. 5,358 (feb. 2, 2023). México:


Mínguez Martín, Luis. “Suicidio, el último verso de un poeta”. Norte de Salud Mental, ISSN-e 1578-4940, Vol. 8, Nº. 36, 2010, págs. 143-152.


Nietzsche, FriedrichWilhelm. El origen de la tragedia:Helenismo y pesimismo.


Ediciones LEA, 2016.


Scarano, Laura. “Metapoeta: el autor en el poema”en Boletín Hispánico Helvético no. 17 / 18, pp. 321-346.

Yajot, O. Qué es el materialismo dialectico. Ediciones quinto sol, 1969.



Alberto Daniel Garnica Hernández


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