¡Una bruja! en la familia de Pascual Duarte, de Camilo Cela.
- pablovsalazar
- 16 jun 2022
- 5 Min. de lectura
Se dijo que el personaje de la madre en La familia de Pascual Duarte es parecido a la madre de Pablos de La vida del buscón Don Pablos, (Quevedo): “prostituta, alcahueta, un poco bruja y zurzidora de gusto,” (Chemlali, 2018, p. 861), que sólo busca saciar sus necesidades y actúa por impulsos.
¿Este personaje pertenece realmente a la tradición literaria de la picaresca o se localiza dentro de la representación de la hechicera?
El personaje de la hechicera en la literatura proviene de la conversión del concepto de diosa y conserva rasgos característicos de su origen que la hacen diferente del personaje de Aldonza. Así, para probar que la madre en La familia de Pascual Duarte es una hechicera, enlistaremos rasgos característicos de este tipo de personaje. Después, se definirá el personaje “hechicera” y se hará una analogía con los personajes Medea y Lady Macbeth, que aportan los rasgos más significativos.
La madre de Pascual Duarte transgrede el orden establecido al procurar “devolverle [las palizas al marido] por ver de corregirlo…” y aparece con características masculinas, tenía “un bigotillo cano por las dos esquinas de los labios…” (Cela, 2001, p.15); esto refleja una inversión de los valores sociales y una apropiación de lo masculino. Al decir de ella que en el momento del parto “los gritos de mi madre arreciaban como el vendaval, yo llegué a pensar si no sería cierto que estaba endemoniada…” (Cela, 2001, p.13)., se le caracteriza como un ser sobrenatural realizando un acto creador que, aunado a que nunca conocemos su nombre, su identidad se reduce a la representación de la creación.
De ese poder es dual, creación-destrucción, Pascual dice: “(…) quería (…) ver hacia qué tiempo dejó de ser una madre en mi corazón y hacia qué tiempo llegó después a convertírseme en un enemigo. (…) en un enemigo que me gastó toda la bilis, porque a nada se odia con más intensos bríos que a aquello a que uno se parece y uno llega a aborrecer el parecido.” El hijo ha sido destruido por el actuar de la madre: “en ella no encontraba virtud alguna que imitar, ni don de Dios que copiar, y que de mi corazón hubo de marcharse cuando tanto mal vi en ella que junto no cupiera dentro de mi pecho”. (Cela, 2001, p. 25). La maldad de ella inundó su “corazón”, es otra forma de decir, que ese mal moldeó su psique o pensamiento y después de la muerte de su hijo “parecía como si se hubiesen puesto de acuerdo para amargarme la vida. (…) mi mujer, mi madre y mi hermana (…) Las mujeres son como los grajos, de ingratas y malignas.” (Cela 2001, p. 47), es decir, tiene dominio total sobre sus hijos.
La madre no reacciona como se debe, dentro de las normas y expectativas de su tiempo y sociedad, actúa contradictoriamente pero no por impulso, lo cual se observa, por ejemplo: “Cuando el señor Rafael acabó por marcharse, mi madre recogió a Mario, lo acunó en el regazo y le estuvo lamiendo la herida toda la noche, como una perra parida a los cachorros; el chiquillo se dejaba querer y sonreía…” (Cela, 2001, p. 25-26).
Ahora bien, las diosas representaban fuerzas telúricas relacionadas con la capacidad de crear, se les concebía como seres femeninos, y también, se les veía como seres destructivos: “La idea de que cualquier acto de creación entraña inevitablemente otro de destrucción se expresó en diferentes mitos sobre las mortíferas fauces del mundo subterráneo: la tierra, fértil (…), siempre acababa por devorar a sus propios hijos…” (Tausiet, 2019, p. 58). Las diosas, al pasar a la literatura, dejan de representar las fuerzas de la naturaleza para convertirse en agentes transgresores del orden social, siendo Medea un caso representativo.
En la literatura la transgresión de la hechicera coincide con la transgresión del héroe en que ambas llevan a un destino, es decir, son trágicas; sin embargo, mientras la de éste causa admiración a pesar de sus fallas de carácter; la de aquélla resulta abominable e indigna, como es el caso de Medea. A pesar de que los dos están predestinados, la hechicera, a diferencia del héroe, no tiene posibilidad de elegir o cambiar. A partir del Romanticismo la hechicera infanticida evolucionó hacia la representación de la madre dominante: “El poder avasallador de la progenitora persistía a menudo tras su fallecimiento, llegando a provocar la identificación de las hijas con sus madres. O lo que es peor, la anulación de las jóvenes (…) absorbiendo su sangre más allá de la muerte.” (Tausiet, 2019 p. 61).
Medea traicionó a su padre y asesinó a su hermano para ayudar al extranjero Jasón a robar el vellocino de oro y huir. Al sufrir la traición de Jasón y verse repudiada, exclama: “¡Ay, ay! / ¡Sufro, mísera, sufro, tormentos sin fin! / ¡Malditos muráis, pues nacisteis de mí, / una madre funesta, y perezca también / vuestro padre y la casa con él!” (Eurípides, versos 111-115, p. 11).
Como un ser con la capacidad dual de crear y destruir, la hechicera, por un lado, siempre será madre (ya sea real o metafóricamente) y, siguiendo el modelo de Medea, también estará ligada a la noción de infanticida. Lady Macbeth es madre de un hijo carnal y también de un hijo metafórico, el Macbeth homicida, engendrado a través de sus manipulaciones “apelando primero a su amor y, en segundo lugar, a su hombría. (…) para terminar de convencerlo, utiliza un argumento extraño y aterrador” … (Tausiet, 2019, p. 60). “Yo he dado el pecho y sé / lo dulce que es amar al niño que amamantas; / cuando estaba sonriéndome, habría podido arrancarle mi pezón de sus encías / y estrellarle los sesos si lo hubiese jurado como tú / has jurado esto.” (Macbeth, I.7. versos 54-59).
Otra característica de la hechicera es la apropiación de lo masculino: Lady Macbeth y las brujas “expresan en voz alta la ambición del protagonista y aparecen caracterizadas por una mezcla (…) de feminidad y masculinidad (las brujas son barbudas, y Lady Macbeth ha recitado un conjuro mágico [para] desexualizarse).” (Tausiet, 2019, p. 61).
Concluimos que el personaje de la madre de Pascual Duarte es representativo de la hechicera sustentándonos en las semejanzas con Medea y Lady Macbeth y que el trasfondo filosófico de dicho personaje femenino es una visión degradante o de inversión de valores que destruye a la sociedad, siguiendo a Okhuysen: “a Eurípides, como griego, le preocupaba la profunda descomposición de los valores de su ciudad, que se encontraba ya en claras vísperas de guerra, y la ausencia de sentido que envolvía el discurso de la sociedad de la época. Medea representa la violencia con que una entidad ajena irrumpe en el espacio axiológico del mundo heleno, en esa aguda crisis que se detona por la suspensión arbitraria de sus garantías cívicas.” (2008, p.105)
FUENTES
Cela, C. (2001). La familia de Pascual Duarte. Editorial Bibliotex El Mundo: Barcelona.
Chemlali, R. (2018). La presencia de la mujer en las maqamat y en la novela picaresca española: lectura paralela. Candil: Revista del Hispanismo-Egipto, (18), 856-871.
Eurípides. Medea. Recuperado de http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Eur%C3%ADpides/Medea.pdf
Okhuysen Casal, Magdalena. (2008). El poder de las imágenes y los riesgos de la imaginación: La imagen y el estereotipo en el primer episodio de Medea. Acta poética, 29(1), 95-119. Recuperado en 01 de junio de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-30822008000100005&lng=es&tlng=es.
Shakespeare, W. Macbeth. Recuperado de https://myshakespeare.com/macbeth/act-1-scene-7
Tausiet, M. (2019). Malas madres. De brujas voraces a fantasmas letales. Amaltea, Revista de mitocrítica. p. 57-66. https://revistas.ucm.es/index.php/AMAL/article/download/63073/4564456551654
Patricia Cruz Téllez
ALV

Comentários