Árboles petrificados y la infidelidad en Amparo Dávila
- pablovsalazar
- 15 dic 2022
- 7 Min. de lectura
La imagen de un individuo petrificado puede parecer violenta, pero y unos árboles petrificados ¿qué significan? Parto de estapregunta para analizar el cuento de Amparo Dávila, “Árbolespetrificados” y qué relación tiene con la infidelidad el desamor y su pulsiones desde el psicoanálisis.
Cuando vemos en algún texto literario un cuerpo petrificado, generalmente nos remitimos a los mitos griegos para interpretarlos, por ejemplo, a Medusa o Níobe. O también cuando hay un personaje femenino que huye de un masculino, probablemente lo relacionemos con el mito de Dafne y Apolo. En ellos se describe una metamorfosis, los individuos dejan de ser seres animados y pasan a un estado inmóvil, petrificado o convertido en la corteza de un árbol.
Lacan explica que, en primer lugar hay una tendencia a castigar al que mira. Mirar está prohibido, mirar es una transgresión. Vemos que en el caso de Medusa es castigado quien se atreve a mirarla convirtiéndolo en piedra. Níobe se petrifica al ver a sus hijos muertos. Pero la petrificación tiene un significado más allá del castigo, según Lacan, la finalidad es que se transite del estado animado al inanimado o, de otra forma, que se pase de la pulsiónde vida a la pulsiónde muerte, del Eros al Thánatos.
El efecto de belleza es un efecto de enceguecimiento. Todavía pasa algo más allá, que no puede ser mirado. En efecto, Antígona declaró sobre sí misma y desde siempre — Estoy muerta y quiero la muerte.Cuando Antígona se pinta como Níobe petrificándose, ¿con qué se identifica? —si no con ese inanimado en el que Freud nos enseña a reconocer la forma en que se manifiesta el instinto de muerte. Se trata efectivamente de una ilustración del instinto de muerte[Lacan, 163].
Ahora bien, el cuento de Amparo Dávila tiene muchos temas, hay una mezcla de emociones: amor, pérdida, huida, erotismo y muerte, pero concluye con una imagen que nos da también el título del libro y del cuento que analizamos: Árboles petrificados. Se relata una relación prohibida-y pasional- porque el hombre es casado y ella tiene marido. Ella, la narradora en primera persona, habla sobre su esposo de la siguiente manera: “Ha llegado. La llave da vuelta en la cerradura. La puerta se abre. Voy a fingir que duermo para que no me moleste, no quiero que me interrumpa ahora que estoy en esa noche, esa que él no puede recordar, noches, días sólo nuestros, que no le pertenecen” (Dávila).
Ha estado con otro hombre en su propia casa, porquela narración nos dice que poco antes el amante se había retirado del domicilio. Este acto, además de la infidelidad, es un acto de rebeldía en contra de la sociedad, de la monogamia, contra su soledad y contra todos.
Vemos una situaciónde falta, es decir, un estado en el que ella no se sientecompleta, le falta algo y cree que ese algo lo tiene su amante, sin embargo, este hombre –su amante– siempre tendrá que irse y ella volverá a quedar sola en su casa con su marido, pero sin él, sola.
Al respecto, Lacan, cuando habla de la pasión explica que la falta existe porque nunca se sacia, es engañosa la idea de completud. Es decir, en apariencia un objeto cubre esa falta, pero el sujeto también desea ser amado por ese objeto que ama, pero eso objeto es irreal.
El asunto de la completud, aparece,tal como afirmaraFreud (1905), como algo engañoso,puesto que el otro, es ubicado por el sujeto como un objeto que intenta colmar la falta y porque puede, aparentemente, saciarla, se le desea, pero además, se desea también, del lado del sujeto que ese objeto le ame. Dicho de otra manera, el sujeto desea ser amado por el objeto que ama. En consonancia con lo que propusiera Freud en su teoría y Lacan con su enseñanza (1957, 1961, 1973) implica, que el sujeto que ama, se propone para el objeto amado también como aquel que puede llenarlo, saciar la falta del otro, ubicándose a su vez como objeto de deseo de aquel. Es decir, si ese objeto que ama es imaginariamente, para el sujeto, lo que llena su falta, a su vez, también el sujeto inicial, imaginariamente, llena la falta de aquel que toma como su objeto amoroso. Uno y otro secomplementan, en el plano imaginario [García, Judith].
En el cuento se puede ver esta idea de completud, y se vuelve clandestina cuando vulneran las normas de la monogamia: “Pueden oírnos y descubrir que nos hemos amado apresurada y clandestinamente”. Después de que han tenido sexo ella se siente completa: “Estamos tan completos que no deseamos hacer nada, sólo sentarnos en esta banca y quedarnos como dos sonámbulos dentrodel mismo sueño”[Dávila].
Más adelante cuando el amante ya se ha ido y el esposo llega a casa, ella duerme en su cama, o aparenta eso cuando él entra a su habitación. Hay un momento en que él se acerca a ella, la busca,la asedia. Ella no quiereintimidad con él, se aleja,huye de él. Este momento me hace recordarel mito de Dafne y Apolo, porque Dafne se transforma en laurel, y en “los árboles” tambiénhay una transformación, finalmente hay una metamorfosis: ella se transforma en laurel; los otros, se petrifican. Además, tanto ella como Dafne huyen, ella de su marido y Dafne de Apolo. Huyen del acoso de ellos. Entonces, ella comienza a soñar, todas las descripciones siguientes a partir de aquí son del propio sueño. Hay mucho que analizar aquí, desde la relación de las palabras con el inconsciente, hasta los deseosreprimidos y las representaciones del contenido manifiesto de los restos diurnos. No obstante, como se había propuesto al principio, nos enfocaremos hasta el momento de la petrificación.
Según el mito la Gorgona, en su descripción primitiva, tiene “cara redonda, con cabellera formada de serpientes, un cinturón de dientes de jabalí, a veces, con barba, largas alas y ojos penetrantes, cuyo poder era el de convertir en piedra a los hombres que los veían”.Más tarde la Gorgona se triplica y da origena: Esteno, Euriale y Medusa.
Las Gorgonas se llamaban Esteno, Euríale y Medusa, todas ellas bellas en un tiempo. Pero una noche Medusa se acostócon Poseidón, y Atenea, furiosa porquelo habían hecho en uno de sus templos,la transformó en un monstruoalado con ojos deslumbrantes, grandes dientes, lengua saliente, garras afiladas y cabellos de serpientes, cuya mirada convertíaa los hombres en piedra [Graves, 141].
En el mito de Níobe ella se convierteen piedra despuésde ver a sus hijos muertos.
Durante nueve días y nueve noches Níobe lloró a sus muertos y no encontró a nadie que los enterrara, porque Zeus, poniéndose de parte de Leto, había convertido a todos los tebanos en piedras. El décimo día los olímpicos mismos se dignaron dirigir el funeral. Níobe huyó allende los mares al monte Sípilo, la residencia de su Padre Tántalo, donde Zeus, movido por la compasión, la convirtió en una estatua que se puede ver todavía llorandocopiosamente al comienzodel verano [Graves, 291].
En ambos hay un castigo por mirar, después de mirar el castigo es la petrificación. Ahora bien, si regresamos al cuento, ella continúa en su sueño; dentro de éste se describe un paisaje en donde los árboles parecen estar en primer plano y los menciona en dos ocasiones: “Los pájaros revolotean entre las ramas, caen hojas”. E insiste en hacernos ver que los árboles están repletos de vida. Abundala vida en su sueño.
La vida transitaa la muerte. El árbol es el punto de encuentro entre pulsión de vida y pulsión de muerte, entre Eros y Thánatos. Ella y su amante se miran –en el sueño–, se hace un silencio entre los dos. Progresivamente se van apagando los sonidos de la vida. “Es tal claro el silencio que nuestra sangre se escucha”. Hay un desvanecimiento gradual de la vida. “El alumbrado de las calles ha palidecido”. Ya nada se mueve. Lo que antes era un escenario en movimiento (los automóviles circulando, una niña en la banqueta –tal vez una proyección de ella misma-, los pájaros cantando) se van silenciando: “ni una alma transita por ningunaparte”. Sólo ellos caminando, tomadosde la mano, amándose en la clandestinidad del sueño. Y todo de pronto se detiene, se pausa o, mejor dicho, se petrifica.
Lo que antes tenía vida ahora es muerte. Todo a su alrededor se va convirtiendo en piedra. Ellos mismos se petrifican, quedanasí por efecto de mirar la belleza,un mundo ideal en que ella quisiera permanecer eternamente. Este mundo es el de la armonía, el de la tranquilidad, un lugar donde no existe la falta y se anula la pérdida, un lugar que asemeja al vientre maternoo al estado inorgánico, es decir, a la muerte.
Planteado así, aparece como un lugar donde no hay falta, donde no hay necesidades ni inquietudes que le perturben, donde todo es confort y quietud, no hay preocupaciones, ni angustia. Un lugar al que, para bien o para mal, solo puede acceder en dos momentos de su historia, uno cuando se es no nato, cuando estando en el vientre materno todas sus necesidades son satisfechas. Y segundo, cuando vuelve al vientre, en este caso al de la “madre tierra”, es decir cuando muere. Aquí se terminaron las preguntas… y recupera su armonía perdida[Meléndez].
Y ella misma se pregunta si tal vez está muerta. No lo sabe. Y no le interesa pues ya no tiene importancia la pregunta. Su última mirada queda fija en esos árboles rebosantes de vida, esos árboles que han quedado petrificados igual que todo lo que los rodea, incluso ellos mismos. ¿Por qué? Porque, como Medusa, ella convierte todo lo que mira en piedra. Ella mira los árboles y, por consiguiente, se hacen piedra. Y, a la inversa, ella también queda petrificada por ver lo más valioso de su vida, es decir, su sueño -como Níobe al ver a sus hijos muertos- muriéndose, petrificándose. Y como castigo ella también se vuelve piedra.
Los árboles son le representación del tránsito del estado vivo al estado inanimado, de la pulsión de vida a la pulsión de muerte. Los árboles son los últimos elementos de la descripción del paisaje del sueño que se petrifican porque fue lo último que ellos miraron. Es así que podemos afirmar lo que menciona Lacan en el análisis de Antígona, que, al igual en éste, en el cuento de Amparo Dávila hay una identificación del personaje, “¿con qué se identifica? —si no con ese inanimado en el que Freud nos enseña a reconocer la forma enque se manifiesta el instintode muerte. Se trata efectivamente de una ilustración del instinto de muerte” [Lacan].
Bibliografía
Dávila, Amparo. “Árboles petrificados”. Árboles petrificados. México, Joaquín Mortiz, 1977.
García Manjarrés, J. E., y D. MartínezFranco. «Reflexiones Sobre El Amor En psicoanálisis: Una Lectura a La enseñanza De Freud Y Lacan». Revista Palobra, Palabra Que Obra,vol. 18, julio de 2018, pp. 316-326. <https://doi.org/10.32997/2346-2884-vol.0-num.18-2018-2180>
Graves,Robert. Los mitos griegos. Alianza Editorial. Madrid. 1985. Impreso.
Lacan, Jacques. "Antígona en el entre-dos-muertes." El Seminario,Libro 7 (1960), pp 157- 164. Impreso.
Meléndez, GabrielaCastro. "Pulsión de muerte: nostalgia por la armonía perdida." Wímb lu 6.1 (2001): 23-38.<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3988989>

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