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Análisis sociológico del "chico sucio" de Mariana Enriquez

Introducción

 

En las presentes líneas se efectuará un análisis sociológico del cuento de Mariana Enríquez titulado “El chico sucio” mismo que forma parte de la antología “Las cosas que perdimos en el fuego” (2016); para lo cual, además de la lectura minuciosa de la pieza en cuestión, se acudirá a algunas de las pautas para el análisis del hecho literario dictada por Antonio Cándido en su obra intitulada “Literatura y Sociedad. Estudios de teoría e historia literaria” (2007).

 

Sobre el particular se destaca que, siguiendo a Cándido, para la sociología moderna, interesa principalmente analizar los tipos de relaciones y los hechos estructurales ligados a la vida artística, como causa o consecuencia, estableciendo como tareas principales investigar las influencias concretas ejercidas por los factores socioculturales en las obras de arte, a través de los considerados momentos indisolublemente ligados a la producción y comunicación artística, es decir: autor, obra y público (2007, pp. 49-50).

 

Así, a través de la exploración de los elementos centrales y periféricos que se concatenaron en el hecho literario en estudio, se intentará atender al planteamiento hipotético de que la estética del cuento “El chico sucio” de Enríquez (2016), tiene su cimiento en la conjugación de: la normalizada criminalidad latinoamericana derivada de la miseria y la corrupción, con una construcción narrativa hiperrealista, que detalla la transgresión social, casi como una crónica; o en otras palabras, la estética del hecho literario surge al relatar una situación horrible, que se sabe horrible, pero más aún, se sabe real.

 

Desarrollo

 

A fin de atender al planteamiento formulado, en líneas subsecuentes se efectuará una aproximación al contexto en que la obra fue elaborada, aludiendo tanto a la autora y sus circunstancias, como al entorno social en que se gestó el hecho literario y la manera en que fue recibido por la comunidad de lectores.

 

En primer término, es de indicar que Mariana Enríquez nació en Buenos Aires, Argentina, en 1973, realizó estudios en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata y se desempeñó como periodista en publicaciones como Radar, TXT, La Mano, La Mujer de mi Vida y El Guardián; ha publicado más de 17 obras de distintos géneros literarios por los que ha sido galardonada con diversos premios (Instituto, 2024). En esa tesitura siguiendo a Álvarez (2022) desde su primera novela Bajar es lo peor (1995), su obra, consistente y madura, ha sido celebrada por los lectores y catalogada por la crítica especializada como perteneciente al género del terror, lo fantástico o lo gótico; lo cual no es la excepción en Las cosas que perdimos en el fuego (2016) y la pieza en estudio.

 

Cabe señalar que Mariana creció en la localidad de Valentín Alsina, situada en la Zona Sur del Gran Buenos Aires y desde pequeña comenzó a escribir, con base en las múltiples historias y supersticiones que le contaba su abuela y que, claramente influyeron en estilo literario. A finales de los ochentas, se mudó con su familia a la ciudad de La Plata, donde se acercaría de una manera mucho más profunda a la literatura y a la música punk, por lo que en aquellos años fue cuando decidió estudiar periodismo y especializarse en música rock (FNAC, 2024)

 

Su trayectoria literaria comenzó a los 19 años, cuando escribió su primera novela titulada Bajar es lo Peor (1995), con claras influencias de escritores como Stephen King y H. P. Lovecraft, y tas el éxito de su primera novela, se centraría en su carrera como periodista, donde comenzó a trabajar como freelance, para posteriormente fichar por el diario argentino Página/12 convirtiéndose, además, en la subdirectora del suplemento cultural Radar (FNAC, 2024).

 

En el periodo que transcurrió de la infancia a la juventud de nuestra autora, según Álvaro Cordero (2023), la situación general del pueblo argentino era complicada, lo cual se acentuó con la llegada en 1989 de Carlos Menem al poder ya que, en atención a las directrices neoliberales del consenso de Washington (Martínez, 2012) se adoptaron una serie de acciones que –al final de la década-, empeoraron el desempleo, la deuda y la pobreza; lo cual se vio agravado con la llegada de Fernando de la Rúa, quien implementó la medida del “corralito”, con la que los argentinos sólo podían retirar de los bancos hasta 250 dólares semanales, provocando así el estallido social y generando que en dichos años la pobreza alcanzara casi al 66% de la población; tras su renuncia, el Gobierno interino de Eduardo Duhalde asumió medidas para la devaluación del peso, con lo que millones de argentinos perdieron sus ahorros.

 

Señala Cordero (2023), que la respuesta al trauma colectivo por la situación económica fue la transición política al kirchnerismo que, con el gobierno de Nestor y su esposa Cristina, marcaron una de las épocas más oscuras del pueblo argentino en términos de corrupción, que con casos como “los sauces”, “Hotesur”, “gas licuado” y “cuadernos de la corrupción” (La razón, 2019), delinearon 12 años de enriquecimiento ilícito, empoderamiento de las organizaciones criminales, incremento general de la pobreza y de la brecha de desigualdad.

 

Tales condiciones son en todas latitudes el caldo de cultivo para uno de los fenómenos más desgarradores del tejido social, es decir, el narcotráfico y su maquinaria principal, la delincuencia organizada.

 

Al respecto, siguiendo a Zavaleta, si bien Argentina ha sido históricamente identificada como un país de tránsito de cocaína, principalmente hacia los mercados europeos, también ha sido considerado como uno de los principales países potencialmente proveedores de sustancias químicas utilizables en la fabricación ilícita de drogas. En el mismo orden de ideas, en los informes anuales de la International Narcotic Control Strategy Reports, fue incluido en el grupo de “principales países de lavado de dinero” en los informes publicados en los años 1996, 2013, 2014 y 2015(2019).

 

De manera análoga, el crecimiento de los mercados locales de consumo sostiene la evolución de los indicadores del país, pues según el informe elaborado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina, el consumo reciente de alguna droga ilícita pasó del 3.6% en el año 2010 a 8.3% en el 2017, principalmente de marihuana, cocaína, éxtasis y más recientemente paco. Así pues, en el período 2004-2017, se muestra una tendencia creciente en todos los grupos de edad y en varones y mujeres, lo cual incide en el crecimiento en las percepciones vinculadas con la disponibilidad y comercialización ilícita de drogas (Zavaleta, 2019).

 

Ahora bien, siguiendo Lina Ordoñez, cabe agregar que en el contexto de la primera parte de los años 90, aparecen los primeros inmigrantes de nacionalidad cubana y desde principios de los 2000 empiezan a llegar varios santeros, dando lugar a las primeras congregaciones de corte afrocubano que practicaban la santería o el palo monte, el cual según Ordoñez es una religión de origen Bantu, basada en la idea de que los palos del monte tenían poderes mágicos y sagrados y estos con otros elementos naturales como huesos, minerales, hierbas, plantas y piedras, entre otros, se depositan en un recipiente al que denominan prenda o nganga, que es una vasija u objeto en el que residen los espíritus a invocar para solicitar ayuda, protección y poderes de adivinación, a cambió de ceremonias, que incluyen sacrificios animales, efectuadas por el tata o sacerdote del palo (2020, pp. 48-70).

 

En la misma tesitura, Alberto Calzato (2008), alude a otro particular culto que se gestó de forma paralela a la santería, es decir, el culto a San La Muerte que se desarrolló en las provincias de Corrientes, Formosa, Chaco, Santa Fe, Gran Buenos Aires, entre otras.

 

La forma devocional básica consiste en pedidos de salud, amor y trabajo; otra forma devocional es utilizar al santo para hacer daños como procurar accidentes, divorcios, enfermedades o muertes; señala Calzato que esta práctica la llevan a cabo individuos privados de libertad, como reclusos, o aquellos en libertad vinculados con actividades delictivas; incluso sostiene que San La Muerte tuvo, y tiene desde la crisis de Fernando de Rua, una considerable cantidad de devotos en aumento que piden y solicitan una explicación a tanta desventura, por la situación marginal, social y económica de los devotos de las provincias de Corrientes y Buenos Aires (2008).

 

Estos años de kirchnerismo, corrupción, drogas, delincuencia organizada, crisis económica y alimentaria… le proporcionaron a la periodista Enríquez elementos como la atmósfera, los escenarios, los personajes y las tramas que se incorporaron en todas sus obras, derivado de la internalización de la violencia, la miseria, la prostitución y en general la pauperización social; lo cual fue exacerbado por el misticismo y supersticiones familiares, pero más aún, por la difusión y normalización de religiones afrobrasileñas como la santería y ritos como la adoración a san la muerte, que desde luego tuvo un mayor impacto en los sectores menos favorecidos, haciendo cada vez más común en la zonas populares la presencia de rituales como sacrificios animales y la construcción de templos para la celebración de estas peculiares prácticas

 

Con base en lo expuesto hasta este punto es necesario referir que, en la tradición literaria latinoamericana, una de las corrientes que ha influido a muchos de los escritores del siglo XXI –incluyendo a nuestra autora–, es el denominado realismo mágico, mismo que entre muchas particularidades presenta: elementos fantásticos percibidos con cierta normalidad; referencias socioculturales de los estratos más pobres de las comunidades, así como hechos son reales con cierta connotación fantástica.

 

Incluso se ha sustentado con relación a esta corriente que “el escritor reconoce que una parte importante de su materia de creación, proviene de la realidad social y cultural que le coloca desafíos, interrogaciones, mitos, lenguajes [pues] en América Latina y el Caribe, los artistas han tenido que inventar muy poco [e incluso] tal vez, para ellos, el problema ha debido ser el opuesto: hacer creíble su realidad” (Ianni, 1986).

 

En ese sentido, cabe destacar que en la construcción estética, tratándose de las historias de terror, Noël Caroll planteó que hay una relación necesaria entre nuestras creencias y nuestras emociones, así para poder tener la emoción pertinente —sea de pena, sea de indignación— debemos tener creencias acerca de cómo son las circunstancias, incluyendo la creencia de que los agentes envueltos en esas circunstancias existen; es decir, la causa a menudo tácita de nuestra perplejidad, es el supuesto de que sólo puede emocionarnos lo que creemos que existe (2008, p. 27).

 

Así pues, puede válidamente señalarse que la obra se Enríquez se centra en el realismo y, más aún, es una genuina historia de terror, que trasciende la frontera de la imaginación, detallando las persecuciones, los monstruos y los fantasmas de manera tan vívida que resultan tangibles, precisamente por ser completamente verdaderos, con la brutalidad y sadismo que solo sería concebible en el género humano.

 

Un ejemplo claro del realismo/realidad lo vemos en el caso de Domingo De Palma y su hijo Marcos, de 6 años: Ambos fueron secuestrados y asesinados el 7 de julio de 2012 en la zona de General Rodríguez y Moreno; el cuerpo del menor, estaba dentro de una bolsa de consorcio, decapitado y sin sus manos, la autopsia confirmó que murió degollado y los investigadores sospechan que el niño fue torturado frente a su padre y se intentó prenderle fuego. Como es lógico, las investigaciones develaron la existencia de una organización enclavada en Moreno y General Rodríguez, que podría tener vínculos con narcos peruanos, un cartel de droga mexicano y/o lazos con la policía (Di Lodovico, 2024).

 

Dicho ejemplo –completa y lamentablemente real–, pudo bien ser la premisa, sinopsis y argumento del cuento “El chico sucio” (Enríquez, 2016), incluso pudiendo ser un tanto autobiográfico, pues dicho relato, trata acerca de una diseñadora de clase media quien hace años decidió vivir en el peligroso vecindario de Constitución, ubicado en Buenos Aires; sus “vecinos” son una lúgubre familia que integra una adicta embarazada y su hijo, el chico sucio. Una noche, la protagonista recibe la visita del niño, quien no sabe dónde está su madre y tras darle de cenar y llevarlo por un helado en las inseguras calles, observan que los vecinos han colocado altares en honor Gauchito Gil quien es venerado por sus milagros que, según el chico sucio, son buenos en contraste con los de san la muerte. De regreso, se encuentran a la madre adicta, quien amenaza agresivamente a la protagonista haciéndola escapar, mientras el niño se queda con su madre.

 

A la mañana siguiente, la narradora se percata que sus vecinos han desaparecido y un tiempo después, la policía descubre el cuerpo de un niño asesinado en la calle donde vive la protagonista, quien teme que el muerto sea el chico sucio. Después de la euforia mediática, el cuerpo del niño es reclamado por una familia de Castelar, por lo que en principio se descarta que el cadáver no es el del chico sucio; sin embargo, la protagonista continúa sintiéndose inquieta por los sucesos, tal es así que al encontrar a la madre adicta días después, la acorrala y le exige saber qué paso con sus hijos; esta adicta niega haber tenido niños mientras intenta escapar y cuando por fin logra librarse, le grita a la protagonista: “¡Yo se los dí (…) Y después se acarició el vientre vacío con las dos manos y dijo, bien claro y alto: —Y a éste también se los di. Se los prometí a los dos.” (Enríquez, 2016: 25).

 

En esa tesitura, se evidencia con meridiana claridad que la pieza podría aludir a una anécdota de la propia Mariana Enríquez, o si no, a una adaptación con pocos esfuerzos imaginativos, pues atiende a una situación imperante en la sociedad bonaerense, al circunscribirla en un contexto socioeconómico deplorable, donde las creencias de cultos con ciertos tintes de maldad permean en todos los segmentos de los estratos bajos y cuya cualidad particular es la realización de actos de sacrificio.

 

De manera concomitante, la recepción de dicha obra ha sido generalizada en distintas latitudes del continente, y aunque si bien ha sido traducida a más de 15 idiomas y ha recibido premios en España y Estados unidos, solo toma verdadero sentido en el contexto latinoamericano, donde la ultra violencia, lo sacrificios rituales, el crimen organizado y los carteles de la droga, la tortura, la esclavitud moderna, la drogadicción miserable con paco, piedra o estopa; son el corolario de todo hecho trágico aislado o cotidiano, pudiendo incluso sustentarse que la pobreza extrema, la violencia y la brutalidad criminal, constituyen una variación dialectal latinoamericana en el lenguaje de la sociedad moderna.

 

Conclusión

 

Con base en lo anterior, es dable sustentar que la estética del hecho literario en estudio surge al relatar la situación horrible de nachito –similar a la de marquitos-, que se sabe horrible y real; y que es recibida por la audiencia, más que por la crítica, como una crónica de cualquier semanario, que gusta porque despierta el enfermo morbo de las personas que vienen en el centro y periferia del infierno de la pobreza, la corrupción y el crimen organizado.

 

Por su puesto que a los latinos nos encanta el terror, porque no podría ser diferente, porque aun en el contexto de la globalización y la difusión mundial y permanente del american way of life, no podemos negar nuestras circunstancias, no podemos negar nuestros monstros, no podemos negar nuestros cuentos de terror

 

De manera complementaria, podría indicarse –no sin muchos miramientos- que la obra de Mariana Enríquez cumple con las pautas del citado realismo mágico, yendo incluso más allá de las oscuras premisas de Horacio Quiroga, al narrar historias ceñidas en la realidad inmediata con toques de misticismo, que exponen situaciones aterradoras, pero que no tienen un toque de realidad, sino que son completamente basadas en la cotidianeidad argentina, al punto que podría ser una anécdota contada por algún vecino; llevando la premisa del terror al siguiente paso, configurando una especie de hiperrealismo bonaerense y quizás una nueva corriente estilística que bien podría llamarse “realismo aterrador” o siguiendo a la corriente sincrónica de Carpentier “lo real aterrador”.

 

Referencias

 

·        Álvarez, C. (2022). Una mirada a la infancia: el espanto social en Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez. Escritos, 30(64), 60-76. Epub September 21, 2022. https://doi.org/10.18566/escr.v30n64.a04    

·        Calzato, W. A. (2008). San La Muerte (Argentina). Devoción y existencia. Entre los dioses y el abandono. LiminaR, 6(1), 26-39. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-80272008000100003 

·        Candido, A. (2007). Literatura y Sociedad. Estudios de teoría e historia literaria. Universidad Nacional Autónoma de México.

·        Cordero, A. (2023). Cómo se rompió Argentina: historia de un siglo de crisis económica. EOM. Consultado el 14 de julio de 2024.

·        Di Lodovico, C. (2024). Un nene decapitado y sin manos y su padre ejecutado de un tiro: la oscura trama detrás de un doble crimen que quedó impune. INFOBAE, consultado el 18 de julio de 2024. https://www.infobae.com/sociedad/policiales/2024/03/24/un-nene-decapitado-y-sin-manos-y-su-padre-ejecutado-de-un-tiro-la-oscura-trama-detras-de-un-doble-crimen-que-quedo-impune/ 

·        Instituto Cervantes (s.f.) Mariana Enríquez. Biografía. Consultado el 08 de mayo de 2024. https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/enriquez_mariana.htm 

·        FNAC (2024). Biografía de Mariana Enríquez. Consultado el 08 de mayo de 2024.  https://www.fnac.es/Mariana-Enriquez/ia560961/biografia 

·        Ianni, O. (1986). EL REALISMO MAGICO. Boletín de Estudios Latinoamericanos y Del Caribe, 40, 5–14. http://www.jstor.org/stable/25675290 

·        La razón. (2019).

·        Los once escándalos de corrupción que acechan a Cristina Fernández. Consultado el 13 de julio de 2024. https://www.larazon.es/internacional/los-once-escandalos-de-corrupcion-que-acechan-a-cristina-fernandez-NG25451268/ 

·        Martínez Rangel, Rubí, & Reyes Garmendia, Ernesto Soto. (2012). El Consenso de Washington: la instauración de las políticas neoliberales en América Latina. Política y cultura, (37), 35-64. Recuperado en 16 de agosto de 2024, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422012000100003&lng=es&tlng=es.

·        Zabaleta, S. (2019). Consideraciones críticas sobre el abordaje del problema del narcotráfico en Argentina. Revista IUS13(44), 51-88. Epub 01 de julio de 2019.https://doi.org/10.35487/rius.v13i44.2019.466   


Pablo Salazar


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