El nihilismo en La colmena: la angustia existencial de los personajes
- pablovsalazar
- 13 oct 2023
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Según cuenta Nietzsche en una antigua leyenda, el rey Midas había estado persiguiendo en el bosque a Sileno, el sabio compañero de Dionisio, sin lograr atraparlo. Cuando finalmente cayó en sus manos, el rey le planteó una pregunta sobre lo que consideraba lo mejor y más deseable para el ser humano. Sileno, con una expresión rígida en su rostro, guardó silencio durante un momento, hasta que, presionado por el rey, soltó las siguientes palabras: “¡Mísera estirpe efímera, hijos del azar y de la ardura!, ¿por qué me obligas a decirte algo, lo que te conviene no escuchar? Lo mejor de todo no está en absoluto a tu alcance, a saber, no haber nacido, no ser, ser nada... Y, en su defecto, lo mejor para ti es... morir pronto” (Nietzsche, 2010, p 34). Con esta afirmación el filósofo nos introduce en el pensamiento de lo dionisiaco y lo apolíneo. El sentimiento dionisiaco del sinsentido, es decir, en uno de los planteamientos del nihilismo en la filosofía.
En la obra de Camilo José Cela, La colmena, se plantea la misma problemática en un pasaje del primero capítulo: A Isabel, “una señora silenciosa que suele sentarse al fondo, conforme se sube a los billares, se le murió un hijo, aún no hace un mes” (Cela, 2007, p 50). Su hijo era Paco, un joven que se estaba preparando para trabajar en Correos, pero falleció a causa de una meningitis. Ante el duelo, “Doña Rosa, para consolar a la madre de Paco, le suele decir que, para haberse quedado tonto, más valió que Dios se lo llevara” (Cela, 2007, p 50). En estos dos escenarios, en Nietzsche y en novela, podemos observar respuestas similares frente a la angustia de la existencia: en el fondo el mal es la vida misma, por lo que mejor es morir pronto para acabar con el sufrimiento.
En la novela el nihilismo es un tema central que se manifiesta a través de la angustia existencial de los personajes. Ésta se estructura en seis capítulos, y en cada uno de ellos hay destellos de nihilismo a través de las reflexiones de los personajes sobre el significado de la vida. Ellos parecen perdidos y no saben qué hacer con su vida. La novela está ambientada en la década de 1930, cuando España estaba experimentando una serie de cambios políticos y sociales que provocaron una gran inestabilidad. El derrocamiento de la monarquía española, la instauración de la Segunda República, los problemas agrarios y laborales de la época, y el descontento social. Y, en medio de todo ese ambiente político y social cada vez más hostil, los personajes se revelan angustiados. Algunos han perdido toda esperanza, mientras que otros conservan un pequeño resquicio de ella. Se refugian en el alcohol o la prostitución para escapar de la realidad. Otros se vuelven violentos o agresivos. Y todavía otros se suicidan, como el personaje que se quita la vida porque su cuarto huele a cebolla.
Hay varias causas que pueden explicar la angustia existencial. Es un problema que se ha abordado desde la filosofía y el psicoanálisis, en diferentes perspectivas. Para Keirkegaard, por ejemplo, la angustia es el vértigo de la libertad, es a causa de ella que el hombre sufre y se angustia, porque ejerce ese derecho de ser libre y ello implica elegir, y cuando elige suceden dos cosas. Primero, hay un deseo previo a la elección y eso desemboca también en angustia porque, según Shopenhauer, “El deseo es por naturaleza doloroso (...) La satisfacción verdadera no existe, por tanto, jamás hay límites ni términos para el dolor” (cit. en Corona, 1998, p 42). En segundo lugar, elegir es sufrir ya que también implica renunciar: “Hay que elegir, y elegir significa sufrir, puesto que significa renunciar y nuestra hambre lo quiere todo. El mal es la vida misma. La angustia es la existencia misma, que jamás será colmada y siempre será ausencia. Todo esto produce, claro está, angustia” (Zavala, 1965, p 19). Por su parte, Freud explica que la angustia surge ante un peligro externo. Es una respuesta del instinto de supervivencia, como una necesidad de protegernos: “es una reacción a la percepción de un peligro exterior, de un daño esperado y previsto (…), aparece enlazada al reflejo de fuga y podemos considerarla como una manifestación del instinto de conservación. La angustia depende de los conocimientos del individuo y de sus sentimientos de potencia ante el mundo exterior (cit. en Corona, 1998, p 43).
A lo largo de la novela, se suceden varios momentos de angustia, en los cuales los personajes toman decisiones que implican renuncias. Sin embargo, en medio de esta existencia turbulenta, parece emerger una especie de brújula: un libro titulado “Aurora”. Es Celestino un personaje que lee y recita fragmentos de dicho ejemplar, de Nietzsche. “Lo lee a cada paso y en él encuentra siempre solución a los problemas de su espíritu” (Cela, 2007, p 123). Una de las citas que menciona es la siguiente: “La compasión viene a ser el antídoto del suicidio, por ser un sentimiento que proporciona placer y que nos suministra, en pequeñas dosis, el goce de la superioridad” (Cela, 2007, p). Si no se tiene compasión, entonces, no hay antídoto. Resulta paradójico que aquel libro, de uno de los filósofos del que se puede afirmar precursor del nihilismo, se convierta en una suerte de catecismo en un mundo donde la angustia y el sufrimiento parecen prevalecer.
De todos los capítulos, es en el quinto donde se relata la manifestación más profunda del nihilismo, surgida de la angustia, el sufrimiento y la propia falta de sentido de la existencia. En el que se opta por hacer uso del mayor acto de libertad. Es el momento en el que un hombre “enfermo y sin un real” se suicida porque su cuarto olía a cebolla. Interesante momento porque el autor no especifica quién es ese personaje. Sólo tenemos conocimiento de que un hombre dialoga con una mujer sobre un fuerte olor a cebolla. Podría tratarse de cualquiera, tal vez sea Don Roque, o quizá Suárez, en una conversación con su madre, también Roberto González, el esposo de Filo, o incluso Celestino o Don Roberto. En realidad, podría ser cualquiera de ellos, o tal vez ninguno en absoluto. Este hombre parece carecer de importancia, incluso para la propia novela, y para el autor, quien no le asigna un nombre y opta sólo por narrar su muerte, además, por una razón completamente absurda. Para el filósofo que una vez proclamó la muerte de Dios, esto sería el acto de libertad supremo: el elegir la muerte. Porque si Dios no existe, “el hombre es la cima del universo, y lo más humano es su libertad. Luego el suicidio es la suprema realidad cósmica; hace al hombre Dios” (Zavala, 1965, p 21).
El nihilismo está en la novela La colmena de Camilo José Cela. Los personajes viven la angustia existencial como consecuencia de los cambios políticos y sociales que se están produciendo en España en ese momento. Esta angustia se manifiesta de diversas maneras, desde la desesperación hasta el trágico acto del suicidio. En esencia, refleja la sensación de vacío en un mundo en constante evolución, el sinsentido dionisiaco donde lo mejor para el hombre es la inexistencia, no ser, ser nada, no haber nacido; y, dado que eso no es posible, lo segundo mejor, es morir pronto.
Bibliografía
Cela, C. (2007). La colmena. Madrid: Cátedra.
Corona, R. (1998). Soledad, angustia y fracaso en tres novelas españolas de la postguerra. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Nietzsche, F. (2010) El nacimiento de la tragedia. Madrid: Gredos.
Zavala, I. La Angustia y la Búsqueda del Hombre en la Literatura. México: Universidad Veracruzana.
Daniel Garnica

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