Orita vemos qué pedo. Participar o no en concursos.
- pablovsalazar
- 4 abr 2022
- 3 Min. de lectura
Más allá de un manual o una invitación a participar en concursos académicos o de cualquier índole, las siguientes líneas son una especie de declaración de propósitos sobre la intención de concursar en un certamen sobre derecho y administración; esto a fin de tener un vertedero en el cual detalle -a manera de crónica-, las peripecias que se siguen: en la toma de la decisión de participar, en la integración del proyecto y en su presentación.
Reitero, no se trata de un manual, ni de un exhorto para impulsar a las personas al arrojo, ya que el sentimiento que permea en estas lineas es de duda, temor e indefinición, por lo que posiblemente podría causar el efecto contrario en los estudiosos; sin embargo, servirá de apoyo para mí y para quien guste recorrer este camino lleno de complejidades, frustraciones, alegrías y demás situaciones que giran en torno al emprender algún camino nuevo, como lo es el desarrollar una idea y exponerla con papel y tinta.
Dicho lo anterior y en torno a la idea de participar el algún concurso como el del CLAD, el interamericano de derechos humanos, el nacional de Administración Pública o cualquier otro; considero que la primera misión es responder a la pregunta ¿por qué quiero participar? Y lamentablemente es en este primer punto donde se presentan los más brutales y pavorosos monstruos, que desde aquí disuaden a la mayoría -incluyéndome desde luego-.
Estos engendros, como los bogarts de la mitología celta o el universo de JK Rowling, se manifiestan como la expresión de aquello que resulta más desmotivador o lastimero, por ejemplo: la visión de tu profesor de metodología diciendo, -mejor deberías dedicarte a otras cosas porque en eso nada más no la vas a armar; o también asumir la forma de algún compañero cercano y susurrarte –y eso para qué, a nadie le va a importar, tu mejor dedícate a lo que te corresponde; incluso puede presentarse como una quimera de algún ser querido y musitar, -deja eso para los expertos, eso es para gente que le sabe, tu qué vas a poder proponer…
Cualquiera de estas visiones bastaría para callar el más grande alarido de intenciones -si se asesta en el momento preciso-, y como al caso se está en el primer peldaño de la escalinata, termina con las intenciones del suspirante y le deja un vacío que se atiborra con ideas como: ¡es verdad!, creo que no soy tan bueno, ni siquiera sabría por dónde empezar, a nadie le importa lo que tengo que decir, quizás mi idea no es tan buena…
Cuántas obras, descubrimientos, historias y maravillas no han quedado en la mente de su artífice, sin cobrar vida, por no tener la fortaleza o la obstinación para soportar los golpes de esos terribles bogarts. Miles y tal vez millones de personas diariamente tiene la idea de concursar en este u otro certamen y deciden no hacerlo por el temor al qué dirán, por el pensamiento de que quizás no son tan buenos, de que sus ideas no cambiarán nada ni a nadie.
Para todos nosotros que creemos estar en este punto de incertidumbre, de emoción y timidez, serán estas palabras: una relación de anécdotas del proceso que atraviesa una persona cuando quiere investigar algo, proponer algo, decir algo... y todos dicen que no tiene sentido; un listado de consejos prácticos que sirven para saber por dónde empezar; un cumulo de referencias de utilidad para la construcción de ideas simples y complejas; un catálogo de consejos sobre cómo presentar estos proyectos y en dónde concursar; así como una reseña de la manera en que todo esto se implementó desde cero, teniendo como únicas herramientas disponibles la intención y el entusiasmo, y la forma en que estas bastaron para todo lo demás.
Es oportuno advertir que esto es un soliloquio que se construye en tiempo real, con toda la frustración y el desconocimiento que se imagine, por lo que los temas prontos o desfasados, serán expuestos según la ocasión que se presente, siendo el primero de ellos una reflexión en torno a:
Quiero participar en un concurso, ¿Qué sigue?
ALV

留言